lunes, 27 de agosto de 2012

¡Cuidado con ese libre comercio!


Vinicio A. Castillo Semán
viniciocastilloseman@gmail.com
En las últimas semanas he estado alertando al país acerca de un plan de sectores internacionales (con Ong’s y periodistas que reciben recursos del exterior), cuyo objetivo es mediatizar y echar hacia atrás los pasos firmes, que por primera vez la República Dominicana está dando en materia de migración al aprobar y poner en ejecución una ley y un Reglamento de ejecución que procura regimentar lo que ha sido un verdadero caos en materia migratoria en las últimas décadas.
He sostenido que la declaración de la representante de la ONU, procurando una amnistía para más de un millón de haitianos ilegales en el país para que éstos sean documentados como dominicanos, y las declaraciones del intelectual Paul Joseph Batist residente en Canadá, de que nuestra frontera es “un mito y un chiste”, proponiendo libre tránsito entre los dos países, es parte de toda una ofensiva tendente a ambientar y presionar al nuevo gobierno encabezado por el presidente Danilo Medina para lograr sus macabros objetivos de cercenar el soberano derecho de la República Dominicana de repatriar a los ciudadanos que estén ilegalmente en su territorio.
En este contexto, nuestro amigo, recién juramentado presidente de la República, Danilo Medina, ha planteado ante el Congreso Nacional la firma de un tratado de libre comercio con Haití, que procura de forma correcta y válida ampliar los mercados de exportación de la industria agropecuaria del país, explicando con cifras que los enormes movimientos económicos en nuestra frontera superan con creces a los que provienen del intercambio comercial con Centroamérica.  
Mi preocupación como dominicano, primero, y como aliado y amigo del Presidente  Medina, es que el gobierno haitiano entienda en esta propuesta presidencial, pueda significar una oportunidad para ellos pedir a cambio que la República Dominicana baje la guardia en el tema migratorio, echando hacia atrás los esfuerzos que se han venido haciendo en el último año; consumar los planes de documentar como dominicanos a millones de haitianos ilegales en el país y establecer en nombre de ese Tratado de Libre Comercio, el libre tránsito de la frontera pedido por Batist.
No hay que ser un genio, ni un avezado analista para saber que Haití como Estado, al analizar la propuesta del Presidente Medina, querrá sacar el provecho antes descrito, por lo que hay que estar con ojo muy avizor de quiénes serán los encargados de negociar ese Tratado de Libre Comercio con Haití y si  están a la altura de la firmeza que expresara igualmente el Presidente Medina el pasado 16 de agosto de que hará cumplir la Ley de Migración y su Reglamento votado por Leonel Fernández en el año 2012, como compromiso solemne ante la Asamblea Nacional.
Se trata este tema sin ninguna duda crucial para la existencia misma de la República Dominicana y, como he dicho en otros artículos, no sólo es de nacionalidad, soberanía, integridad territorial, sino un grave problema económico y social para los dominicanos, los que no podrán jamás soñar con mejorar los índices de desarrollo humano, si no logramos controlar el torrente de la invasión pacífica de cientos de miles de haitianos, que desesperados cruzan nuestra frontera a cambio de un par de mil pesos.
La educación es el mejor ejemplo.  ¿De qué valdrá el inmenso esfuerzo que tendrá que hacer el nuevo gobierno, de buscar el 4% del PIB para mejorar la educación de los dominicanos, si se nos siguen mudando cientos de miles de ilegales haitianos con sus  hijos, a los cuales tenemos que darle educación gratuita, y ahora con desayuno escolar y almuerzo en tanda extendida?  Pero ¿y los hospitales para los pobres dominicanos, cuando el 40% de las camas actualmente de nuestras maternidades están ocupadas por mujeres haitianas, la mayoría ilegales en nuestro territorio?  ¿Tenemos recursos para eso?  ¿Puede la República Dominicana cargar con el costo de asumir ese drama sin hundirse en la más profunda pobreza?  
Espero que estas reflexiones públicas lleguen a nuestro nuevo Presidente.  En él y en su firmeza para defender esta nación en este delicado tema de la negociación del Tratado de Libre Comercio con Haití, está el destino de la República.
Si bien es cierto que éstos son tiempos de integración económica en el mundo, no es menos cierto que es hoy cuando las Naciones están poniendo un mayor énfasis en el control de sus fronteras y en el tema migratorio.  El mejor ejemplo de ello es Estados Unidos y México.  Tienen su Tratado de Libre Comercio funcionando a plena capacidad, pero nunca como antes Estados Unidos ha puesto más énfasis en su frontera y en su control migratorio como ahora.
El pueblo dominicano quiere prosperidad en la “isla”, como dijeron por separado el Presidente Martelly y el Presidente Medina, pero cada quien en su país, porque si no es así el Tratado de Libre Comercio con Haití puede costarnos demasiado.  Y como dice el dominicano, puede terminar “costándonos la sal más que el chivo”.

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