El pasado 14 de junio se cumplieron 52 años del surgimiento de la agrupación política 1J4, el movimiento clandestino que nació en el corazón de la juventud comprometida con el sueño esperanzador de una sociedad libre.  Algunos de los sobrevivientes afirman que la organización llegó a tener más de 6,000 militantes que cubrían todo el territorio nacional y, muy especialmente, todos los sectores sociales.
El 1J4 surgió después que los expedicionarios que llegaron en 1959 para enfrentar y derrocar a Trujillo mediante la guerra de guerrillas, fracasó. Los jóvenes soñadores fueron atrapados, torturados y muchos de ellos asesinados por los gorilas del dictador.  En homenaje a estos hombres, a finales de ese año, se creó la organización política bajo el liderazgo de Manolo Tavárez y Minerva Mirabal.  Pero meses después, en enero de 1960, fueron delatados.  Cayeron bajo la custodia asesina de los servicios de inteligencia trujillista.  A pesar de la represión, continuaron con sus aprestos. El 8 de julio de 1960 hicieron el anuncio público de que se habían  organizado como partido.  Después del ajusticiamiento de Trujillo, el 1J4 se convirtió en la tercera fuerza política.
En 1963, una vez se produjo el derrocamiento de Juan Bosch,  primer presidente libremente electo después de la dictadura, la organización política se enfrentó al Triunvirato.  En noviembre de ese año, un grupo de seis frentes guerrilleros  se fue a las montañas para enfrentar al gobierno defacto y exigir el retorno al orden institucional. Manolo Tavárez era el Comandante General de la guerrilla. Fue desvertebrado en poco tiempo. La guerrilla había sido improvisada.  Sus integrantes no tenían el entrenamiento debido y colapsaron al poco tiempo del levantamiento.  Los militares hicieron fiesta con los cuerpos de estos guerrilleros improvisados.
Al resumir apretadamente estos hechos de heroísmo, surge el conflicto entre la mujer historiadora y la mujer ciudadana.  La primera entiende que la acción revolucionaria fue un acto de desesperación que estaba condenado al fracaso.  No podía triunfar un movimiento guerrillero, cuyos principales actores no tenían entrenamiento militar, ni habían desarrollado ejercicios de resistencia ante las adversidades que ofrece la montaña.
La segunda, saluda el heroísmo de la juventud, que solo movida por sus sueños de un mundo mejor, sin pensar en las consecuencias, fueron capaces de ofrendar sus vidas e inmolarse.  La historiadora racionaliza y analiza los hechos y se da cuenta que para ese momento la geopolítica del Caribe era desfavorable a los movimientos demasiado liberales.
La Guerra Fría que se libraba en el mundo, partido entonces en dos mitades, no toleraba ni permitía ningún movimiento que pudiese oler a comunismo. Cuba se había alzado en contra de la dictadura de Batista, pero los que lo derrocaron definieron el rumbo del nuevo gobierno lejos de los Estados Unidos, el líder por imposición del mundo occidental. Fidel y su grupo se asociaron y alinearon con los enemigos de Occidente, la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.   La ciudadana lo entiende, porque vivió de cerca a la generación que soñaba con un mundo igualitario y justo.
Pero la ciudadana y la historiadora también confluyeron, cuando con el correr de los años, la sociedad real construida después de los grandes movimientos sociales inspirados en la libertad sucumbió al encanto despiadado del poder.  Y el socialismo real se convirtió en pesadilla.
Los nuevos dueños de la situación se convirtieron en autócratas, y en nombre de los proletarios, golpearon, castigaron y negaron los principios que decían defender. Y así, los sueños que motivaron a esos cientos de jóvenes que se alzaron a las montañas, se convirtieron en utopías. Los jóvenes de ayer que no perdieron sus vidas, son hombres y mujeres en el otoño de sus vidas, que han tenido que sumarse a la realidad impuesta. Sin quererlo, solo porque sucedió, forman, formamos, parte del tejido y el engranaje social. Nuestros sueños de un mundo justo se han reducido a la lucha por la democracia y la institucionalidad, en el marco de la sociedad de mercado.
Escrito por: MU-KIEN ADRIANA SANG (mu-kiensang@pucmm.edu.do